Esto se veía venir

Shangai.- Con el descubrimiento de la trama de empleados falsos termina la inspección de trabajo encargada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Definitivamente se ha descubierto que los chinos no sólo falsifican productos, sino también a los empleados, que han resultado ser europeos pintados de amarillo. Daban el pego a simple vista, en serio.

Los botes de pintura
La inspección detectó al instante que en todas las empresas habían cientos de botes de pintura amarilla, lo cual levantó la sospecha de que algo raro se cocía por allí. Pero lo que activó todas las alarmas fue cuando vieron a un empleado que, por el calor, empezó a chorrear pintura amarilla y ahí se descubrió el pastel. El empleado reconoció los hechos, dejó de repente de hablar en chino y empezó a declarar con su habitual acento murciano. Dijo que lo hizo, como todos, por dinero. Por cierto, el dinero que le pagaban también era falso, así como la fábrica, que era de cartón. Incluso el jefe era de mentira, se trataba de un maniquí animado por control remoto.

Imposible denunciar
Rápidamente los inspectores laborales intentaron poner en conocimiento de la autoridad estos hechos, pero fue imposible. El teléfono era de mentira, no funcionaba. Y además los juzgados de Shangai también son falsos, son decorados de las películas de Hollywood. En vista del desastre, intentaron contactar personalmente con el Presidente chino, quien a su vez era un falsificación, bastante lograda, eso sí. El caso es que al final los inspectores se quedaron a vivir en China, ya que tenían miedo de coger un avión de regreso y que fuera de gominola o de papel, y no veas tú la movida. Así que desde allí nos mandan a todos un efusivo saludo: Ni hao. Pues eso.

(Informó Larry Cachona, desde un club de alterne de Shangai, con putas de verdad).